¿Sofá o Concurso de Agility?

He de admitir que los domingos por la mañana no nos apetece hacer gran cosa, practicamente perdemos todo el tiempo en ver la tele. Me gustan los programas de cocina aunque la Arguiñana ya me cansa. Para mi disfrute descubrí "el encantador de perros" y ahí es justo cuando la poca fuerza para pasear que me quedaba se me va y me quedo aplatanada en el sofá.
Durante años los perros han sido una obsesión para mí, antes de tener ninguno ya tenía tres libros. Me sabía de memoria casi todas las razas y me emocionaba al reconocerlas por la calle. Eso era cuando aún no sabía lo que conlleva pasar a la segunda tanda de dos cifras y que los veintialgos se llevarían las ganas de ir a competiciones caninas.
Esta mañana, pegado en una jardinera, me he encontrado un cartelito anunciando una competición de agility donde vivo para este finde. La quinceañera que aún llevo dentro se ha puesto euforica, es una gran fanática de estos acontecimientos aunque todo lo que ha visto haya sido por televisión. En algún momento de mi lidia diaria con mi torbellino de 4 patas, la idea de entrenarla para estas pruebas casi se hizo realidad. Me bajé un montón de información de internet, planeé montar un pequeño recorido en el patio e incluso estuve mirando algunos clubs. Todo se quedó en un vano intento... Una mañana cogí un ladrillo y una tabla y quise que paseara por encima. Por supuesto, no es que no me hiciera caso. Con ella todo es más difícil y acabé pateando el ladrillo y dejándola morder la tabla.


En realidad, no sé si me apetece ir a ver la competición y perderme mi rato largo y sereno de sofá. No quiero volver con la cabeza llena de ideas y formar más caos en mi vida inconstante y creativa, pero a día de hoy no recuerdo ya ni siquiera de qué raza era Brandon, el perro de Panki Bruster, y eso me desconsuela...