martes, 20 de enero de 2009

Tres deseos

Las cosas no siempre salen como queremos.
Yo al final cumplí 31 en vez de repetir los 29, los soplé sobre un bizcocho de manzana y rodeada de las personas que más quiero. En una silla al final de la mesa imagino que también se alegraron de estar allí a pesar de los bostezos, las pocas luces y las meteduras de pata.
Me regalaron muchas cosas, me gustaron todas, hasta la crema hidroreafirmante para las arrugas y las agujas de tricotar. Algunos me ven más vieja que otros, otros simplemente no me ven. Prefiero ser vieja a ser invisible. Yo existo, soy, estoy, siento, disiento y me cago en toh si hace falta, no puedo ser transparente, soy primogénita...

Con un día más que ayer yo me siento igual que con 30. Soplé tan rápido para que la niña no apagara mis tres deseos que no recuerdo si los pedí cómo debe hacerse para que se cumplan. Lo que no pedí fue que los de la silla tuvieran indigestión de malos actos, eso ya se lo dará la vida y si no ya llegará su cumpleaños.

No tengo nuevos propósitos para este año de más, es absurdo. Después nadie los cumple, mi vida está llena de listas de cosas por hacer que se quedarán sin hacer hasta el día que me muera o que hago tantas veces al día de forma rutinaria y repetitiva que siempre están ahí, por hacer de nuevo, y no hay recompensa. Así que mis 31 años serán sólo para vivirlos, para mi crema hidroreafirmante y mis labores, para mis niñ@s, para leer ( que también me regalaron 3 libros y me han hecho feliz feliz feliz), para reír y para seguir viendo sólo películas con final feliz y pasteloso. En definitiva, respirar y existir...

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